Por: Sandra Pineda
Nuestras formas, ritmos y planes se han transformado en cuestión de días. Hemos escuchado las palabras “crisis”, “coyuntura”, “contingencia” acompañadas de una oleada de información en tiempo real que supera nuestra capacidad de procesarla. Los tiempos inciertos traen agobio y ansiedad, pero también oportunidades de parar para hacernos preguntas. Así que, por unos minutos, apaguemos el ruido, vamos al rincón preferido de la casa y escuchemos lo que tenemos
por decirnos. No hay respuestas incorrectas:
1. Ya sé lo que está ocurriendo, y yo ¿cómo me estoy sintiendo?
Está claro que somos parte del gran colectivo de la humanidad y que fenómenos como esta pandemia tienen un impacto global. Sin embargo, siempre nos hemos reconocido como individuos autónomos y diversos. Esto quiere decir que lo que está pasando actualmente se vive diferente en cada humano. Como en la vida normal, cada uno de nosotros tiene su propia versión de esta historia: para unos será de enfermedad, para otros de aprendizaje, para algunos de unión y para otros, de profunda transformación. Entonces, antes de identificarnos con la incertidumbre colectiva, empecemos por preguntarnos cómo nos sentimos individualmente ante lo que ocurre.
2. ¿Acaso le tengo miedo a parar porque no quiero mirarme como realmente soy?
Nos repetimos hasta el cansancio que no tenemos tiempo para nosotros: que los trancones, las reuniones y los desplazamientos no nos permiten disfrutarnos. Ahora, en aislamiento, muchos empiezan a encontrar difícil pasar tiempo simplemente siendo humanos. Esta quietud es la vida mostrándose y permitiendo vernos tal y como somos, sin los escapes, las rutinas y los hábitos exteriores que nos alejan de nosotros mismos. Indaguemos qué nos impide volver a la esencia de ser, por qué buscamos en las antiguas rutinas métodos de escape y qué tenemos que resolver de nosotros mismos antes de seguir andando.
3. ¿Qué estoy entregándole a mi cuerpo y a mi mente?
No hay mejor momento para responder esta pregunta que el ahora. Se nos presenta la oportunidad de seguir el rastro preciso del contenido que estamos consumiendo: ¿acaso estamos sobrecargándonos de información, malas noticias o hipótesis sobre el virus?, ¿estamos usando las redes sociales como escape a la realidad que debemos afrontar? Un consumo inteligente de contenidos es el primer paso para evitar drenar nuestra energía. También, la planeación y provisión de alimentos nos permite observar cómo nos estamos nutriendo día a día. El intestino es el segundo cerebro del cuerpo, y escoger bien nuestra comida repercute tanto en nuestro estado anímico como en el nivel de energía que tendremos.
4. ¿Entiendo el significado de la impermanencia?
Este periodo es una de las mejores lecciones sobre la impermanencia que se nos ha otorgado. Recordemos cómo dos o tres semanas teníamos planes que pensábamos serían fijos e inamovibles. Cómo jamás nos imaginamos tener que aislarnos por semanas y detener el ritmo que traíamos. Aunque siempre vivamos bajo el manto de una ilusión de control a través de la cual nos aferramos a ideas fijas, todo es transitorio, todo es impermanente. Reconocernos como parte de esa fluidez nos ahorra dolor, nos da sabiduría y nos permite ser uno solo con los cambios que se
nos deparan.
5. ¿Cómo puedo servir a los otros desde mi saber o experiencia?
Reconocernos parte de un colectivo que está viviendo una transformación es también una invitación a revisar qué aportamos a él. Todos hemos trazado a lo largo de nuestra vida un camino de experiencias que, sin importar su magnitud o naturaleza, son valiosas para alguien más. Sin importar si este saber es laboral, artístico o espiritual, es un momento maravilloso para ponerlo al servicio de todos.
6. ¿Cómo están reaccionando las demás especies?
Mientras nuestra especie se aísla, las demás empiezan a ganar terreno perdido y a revitalizarse. Seguro estamos escuchando con más fuerza los pájaros en las mañanas y hemos visto cómo delfines, pavos o monos se pasean en espacios que habíamos colonizado. Somos parte de una lógica que supera lo humano, vivimos en un planeta que no nos pertenece solo a nosotros y es el momento de preguntarnos si sabemos lo que significa honrar a todas las especies con las que lo compartimos.
Como siempre, deseamos que el amor, la tranquilidad y la salud esté con ustedes.
Sandra Pineda
Colaboradora
CASA MAESTRA
Colombia
1 de Abril de 2020
Deja una respuesta